Hoy doy una pausa a los cuentos para contarles un poco de mi pasada aventura. Los vientos me llevaron a Bogotá, una ciudad con un “angel” muy particular y especial para mí, dueña de uno de mis amores, tan real como irreal. Y el viaje en avión además de bueno, fue para recordar buenos momentos. Mi primera experiencia en la ciudad fue la de esperar junto a Vicky en el aeropuerto, dentro, porque salir no es muy seguro y la segunda fue recibir el abrazo de Andrés a la vez que me decía “debes llamar a tu casa de inmediato, hoy pusieron un carro bomba”; o sea! Un qué? dónde? Fueron mis preguntas a pesar de que la respuesta no me iba a decir absolutamente nada, pues de direcciones ni allá ni aquí, sé nada. Desubique total. Y comencé a mirar la ciudad. Un contraste interesante, ladrillos y flores. (Foto: RossQ)
Bogotá, ciudad capital de Colombia, ubicada en la Cordillera Oriental (rama de la Cordillera de Los Andes), unas montañas hermosas rodean la ciudad con los cerros de Monserrate y la Guadalupe sirviendo como guías y brújulas para las personas que viven perdidas como yo. La ciudad cuenta con aproximadamente unos 9 millones de habitantes (un poquitico menos de lo que tenemos nosotros en toda la isla) y es la mayor y más poblada ciudad del país, además de ser el centro cultural, industrial, económico y turístico más importante de Colombia y uno de los principales de América Latina. Su oferta cultural se encuentra representada en la gran cantidad de museos, teatros y bibliotecas. Además, es sede de importante festivales de amplia trayectoria y reconocimiento nacional e internacional. También se destaca la actividad académica, ya que algunas de las universidades colombianas más importantes tienen su sede en la ciudad. (Para más información, favor buscar en http://es.wikipedia.org/wiki/Bogota ). (Foto: RossQ)
A pesar de ser un viaje de pocos días, gracias a nuestro anfitrión Andrés, pudimos ver mucho más que los que muchos han visto en viajes más largos a Bogotá. Lo hicimos intenso. En el primer día fuimos a Zipaquirá y visitamos la Catedral de Sal. Sencillamente espectacular, una mina de sal construida como un eje turístico con alto sentido religioso. Un paseo divertido y en cada parada había una razón por la cual asombrarnos, luego fuimos a Chiquinquirá y visitamos su catedral y rapidísimo le echamos un ojo a la plaza, llena de historias. Hermosa. De ahí dimos un salto a Ráquira (ciudad de artesanos) y de ahí a Villa de Leyva, hermosísima, me recordó una pequeña Zona Colonial como la nuestra en la falda de una montaña gigantesca y pedí mi deseo, pasar un mes allá, viviendo y mezclándome con esa cultura especial de un lugar que claramente es un remanso de paz. (Foto: RossQ)
Y la comida? Puedo decirles que “fabulosa”, con el contenido exacto de grasa necesario para ese clima y una combinación literalmente sabrosa. En el tiempo que estuve allá pude disfrutar un poco de todo: Maíz asado comprado en la Plaza Simón Bolívar; buñuelos comprados en el cafecito de la Catedral de Sal; almojábanas de los cafés de Juan Valdéz; ajiaco, empanadas y patacón de La Tienda de Café; mote de ñame y jugo de corozo hechos por la familia de Andrés; frutas deliciosas, uchuvas, granadillas, tomaticos de árbol, lulo, y otros nombres que no recuerdo, pero todas deliciosas. Así como son gastronómicamente ricos, de igual forma es una ciudad con una riqueza cultural exquisita, no hay otra palabra que lo describa, no hay que llegar hasta los museos y bibliotecas (que son muchos), hasta en los parques puedes disfrutar de arte y actividades de enriquecimiento cultural. Casualmente nos tocó la oportunidad de ir a la Feria del Libro, fabulosa, donde aprovechamos para comprar libros y mirar un poco de todo (aunque sólo pudimos visitar 2 pabellones de unos 6 que tenían dispuestos). (Foto: RossQ)
Ha sido la única ciudad en la que me he sentido temerosa en las calles, por eso mencionaba los ladrillos y las flores, pues a pesar de la posible dureza que pueda haber en las calles (que no ví), es a la vez la ciudad en la que el trato dulce y educado de las personas hace la diferencia. Creo que el temor fue un poco motivado por la paranoia de Andrés (que se preocupaba porque no tuviéramos alguna experiencia desagradable, de seguro). Les seguiré contando más de Colombia y algunas experiencias personales que tuve por allá, mientras brindo por Andrés que no pudo ser mejor anfitrión para mostrarnos su ciudad, con un shot de aguardiente, como toda bogotana, Salud!!! (Foto: RossQ)
Que nice tu experiencia,yo tambien senti cierta preocupacion por ti, con lo del coche bomba.
Me alegro que hayas conocido bastante en tan corto tiempo.
Un abrazo!
Me hubiera gustado saber mas de este viaje tan interesante. Muy buen relato.